lunes, 1 de julio de 2013

DE TORO A ZAMORA


Última etapa por el Camino de Levante. El recorrido ha sido un tanto atípico, pues uno de los tramos se hizo utilizando un medio de transporte, en este caso, el autobús. Desde el principio se consideró una distancia bastante elevada para recorrerla en esta época estival, por lo que la decisión fue la de caminar durante 19 km alternando con el autobús el trayecto entre la Granja Florencia y Villaralbo, que por otro lado era el más peligroso al trascurrir todo él por carretera bastante transitada por vehículos.
Se sale desde Tordesillas a las 8 de la mañana, iniciando la marcha a las 8,30 en la entrada al puente de hierro sobre el Duero, en los extrarradios de Toro (media docena esperaron la incorporación de una pareja que lo hicieron con retraso). Espectacular el paso a través de esta obra férrea mientras se contemplaba a lo lejos el perfil de la histórica localidad zamorana en la parte superior del horizonte. Ya en la orilla izquierda del río, margen por la que se transitará hasta la misma entrada a Zamora, se tomó un camino a la derecha franqueado por fértiles tierras de labor gran parte de ellas de regadío.
El grupo de 45 peregrinos (en esta ocasión algo disminuido al coincidir con otras actividades) sale compacto aunque por muy pocos minutos, pues los andarines de siempre se lanzaron campo abierto como si de una competición se tratara. Los demás pusieron un ritmo  más pausado. Hoy no hay temor a perderse, pues la señalética se ha actualizado recientemente, lo que es de agradecer, evitando las dudas aparecidas en las dos etapas anteriores y que ya pusimos de manifiesto en las crónicas correspondientes. Parece haber surtido efecto la llamada de atención desde ACASSE-VA.
Los peregrinos de cabeza alcanzan el caserío de la Granja Florencia con un anticipo de media hora larga sobre los últimos en llegar, tiempo que aprovecharon para tomarse las viandas del avituallamiento. Ahora se produce el desplazamiento, en medio de locomoción, hasta Villaralbo por la carretera que discurre el camino. En esta localidad estaba programada la parada habitual para reponer fuerzas. Así lo hizo un grupo mientras el resto retomó la marcha de inmediato. Los 5 kilómetros largos que la separan de Zamora es un trayecto infernal. Todo se realiza por carretera sin arcén y con un tránsito de vehículos considerable. Esto conlleva el tener que transitar en hilera de a uno, con chalecos reflectantes y siempre pendientes de evitar el peligro.
Hasta Toro, en etapas recientes, llamamos la atención sobre la pobreza de la señalética. Ahora lo hacemos sobre el itinerario. Es difícil y desagradable tener que desplazarse durante más de 20 kilómetros pisando asfalto y corriendo un riesgo innecesario. Conviene que los responsables de este ramal busquen una ruta alternativa a la carretera. Los peregrinos que por aquí se desplacen seguro que se lo agradecerán. De no ser así, por el Camino del Sureste, a partir de Medina del Campo, disfrutarán de un camino e instalaciones de primera categoría, además del trato cercano de los hospitaleros de ACASSE-VA.
Nos situamos de nuevo en Villaralbo. Atravesado el pueblo por su centro el camino se enfila hacia Zamora siguiendo la C-605 que nos llevará a la capital pasada una hora.                En la conexión con la carretera de Salamanca y junto al puente de hierro se realiza el reagrupamiento aprovechando las zonas sombrías de la terraza del restaurante Las Aceñas situado a orillas del Duero. A pesar del fuerte calor se llega con cierto adelanto y se aprovechan las instalaciones del citado restaurante para tomar un refrigerio que reanimó a los caminantes. Una lipotimia afectó a un participante sin más consecuencias. A partir de aquí, todos en grupo se desplazaron a través de las calles del casco antiguo hasta la Plaza Mayor de la ciudad de Doña Urraca.

En pleno centro, abarrotado de gentes al celebrarse el día de San Pedro, fiesta mayor de Zamora, se contrató el almuerzo. Casa Bernardo fue el lugar elegido para degustar, entre otras delicias, el arroz a la zamorana. Antes de regresar a casa se dispuso de tiempo para disfrutar del ambiente festivo en las terrazas, visitar la Feria de Artesanía y acercarse, quienes lo desearon, a la avenida de las Tres Cruces, para comprar las ristras de ajos que conforman un espectáculo único y que dan fama a la “Bien Cercada”. Hablamos de Zamora.

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